2a EDICIÓN. NUEVO LIBRO EN AMAZON

INTRODUCCIÓN:

Inicio este trabajo a partir de mi interés por encontrar las causas de la enorme expansión de la epidemia del VIH/sida a pesar de las campañas de prevención, porque las explicaciones que hasta ahora se han dado no me parecen suficientes. Mi hijo murió de sida hace 20 años. Es, por tanto, mi historia de vida la que me encauza.
En los 18 años que llevo dando conferencias-testimonio para ayudar a la prevención de esta enfermedad, ha ido surgiendo en mi mente la pregunta de por qué, a pesar de las campañas de prevención, de la recomendación del uso del condón y de agujas desechables, de información escrita en panfletos, periódicos, y en otros medios de comunicación, las personas se siguen infectando a una velocidad alarmante, no sólo de VIH, sino de otras infecciones de trasmisión sexual, lo cual va de la mano con el incremento en los embarazos no deseados de adolescentes,. Es decir, es evidente que las relaciones sexuales no protegidas son cosa de todos los días…

Analysis of why, after more that 30 years, the aids problem continues to be a major threat for all of us. The author is a housewife that knows quite a lot about HIV through her own experience. She had a gay son who died of aids 20 years ago. She has been an activis for the last 18 years, giving lectures for the prevention of aids, and homophobic bullying.

http://www.amazon.com/PROFUNDAS-MANIFESTACIONES-SOCIEDAD-ENFERMA-Spanish/dp/9684764936/ref=sr_1_3?ie=UTF8&qid=1435066961&sr=8-3&keywords=rosa+feijoo

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portada VIHSIDA 001

INTRODUCCIÓN A MI LIBRO «ROMPECABEZAS»

Hace veinte años que murió José Octavio. Tenía 27; este año de 2015 cumpliría 50. José es mi hijo. “Es” y no “era”, porque él sigue en mí, todos los días en los que, sin razón o con ella, se aparecen en mi mente sus manitas de bebé o su sonrisa de dientecillos diminutos que, uno a uno, fueron acomodándose bajo la almohada y robados, sigilosamente en la obscuridad de la noche, por aquel ratoncito Pérez que con ellos construyó su casita a cambio de unas monedas. O sus huesudas manos de adulto, su bello rostro barbudo, su risa de grandes dientes, su adusto ceño de adolescente en búsqueda eterna o sus enormes ojos rodeados de larguísimas pestañas de hombre valiente que cuenta sólo con horas para llegar su fin.

Todas esas imágenes llenan mi vida, junto con miles más para, en ocasiones, hasta hacerme reír, y en otras, muchas otras, hasta hacerme llorar. Los hijos, vivos o muertos, nunca se van de nuestro ser. Permanecen como canguritos metidos en un bolsillo de la mente, para salirse cuando les da la gana, como niños traviesos, a inundar nuestros pensamientos.

José murió de sida. Cuando se pierde un hijo, se rompe la vida y nunca más vuelve a ser igual. Es como tratar de pegar un florero roto al que le quedan cicatrices que nunca dejan de verse. En el caso de una vida, nunca dejan de doler. El luto no es de unos meses o un año; el luto es para siempre…Hay que aprender a vivir de nuevo partiendo de una carencia, como el cojo sin su pierna o el manco sin su brazo. Pero ¿cómo vivir la vida cuando falta un pedazo de alma?

Hoy ese pesar sigue, pero tras un año de psicoterapia en la que saqué ese dolor, lo reconocí, lo volví a vivir y lo dejé ir, sentí la necesidad de contar su historia, la historia de un hombre joven quien, como tantos otros, por irresponsabilidad e inconsciencia o a lo mejor ignorancia, perdió la vida. Quizás aún no lo puedo dejar ir; quizás siento que así prolongo su existencia. Acaso, al hablar de él me curo a mí misma. Quiero hacer una radiografía de su vida, quiero entenderla, quiero entender el porqué de su muerte. Quiero que mis hijas lo entiendan y al hacerlo, se comprendan a sí mismas, pues José es parte de ellas. No sé si lo lograré; no sé si al terminar lo entienda más o muera yo un poco en el proceso. Sólo sé que necesito hacerlo…

Si él viviera se habría dedicado a ayudar, a tratar de salvar a los jóvenes de este flagelo, pues de hecho, cuando vivía, así lo hizo. Varios de sus amigos y amigas murieron antes que él y sé que estuvo su lado acompañándolos en sus últimos días. En cierta manera quiero continuar su obra, por pequeña que ésta fuera…Quiero que su historia toque almas, y que éstas tomen conciencia de esa enfermedad y se cuiden. Con uno solo que viva gracias a esta lectura me daré por bien servida. Así una muerte, la de mi hijo, dará vida a otra, no importa cual. Así su muerte tendrá sentido…

Hoy tengo ya 72 años, en los que, como todo ser humano, fui inocente, perdí la inocencia, caí, aprendí, me levanté con cierta gallardía, y gané sabiduría. Misma que –creo- me ha llevado a pensar que la vida es como un rompecabezas que se forma solo, con los empujoncitos que le damos cada vez que tomamos una decisión; éstas, buenas o malas, van dando a lugar a realidades que se entretejen, sin que nos percatemos de que de esa manera, se nos está tejiendo la vida y así, sin darnos cuenta, llegamos a ser personas Adultos Mayores o de la Tercera Edad, como se les llama ahora. Yo creo que ya voy entrando a la Cuarta, pero no importa; me siento feliz y útil. De la edad sólo me acuerdo cuando me miro al espejo…y lo que es más importante…sigo aprendiendo pues finalmente, de eso se trata la vida.
Este es parte del rompecabezas de mi vida y espero que tú, lector, disfrutes de él, quizás llores, quizás no; a lo mejor aprendes algo y quizás, de alguna manera, puedas cambiar, aunque sea un poco, la perspectiva que tienes sobre el comportamiento humano.

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Portada diseñada por helena Torres-Muga Feijoo, orgullosamente, mi hija.
Portada diseñada por Helena Torres-Muga Feijoo, orgullosamente, mi hija.